domingo, 14 de junio de 2015


Taller de Danza Moderna en Hamburgo

Desde 16 hasta 22 agosto, 2015
 
 





Ana Mendiola: Danza de fuerza y espíritu


 
 
 

Influida por la fuerza de la danza cubana, Ana Mendiola se ha convertido en la maestra que sintetiza en sus clases una gran mezcla de estilos, convertidos en esa manera particular de sentir el cuerpo a la que ella ha denominado Danzo para ti.



La propuesta es la puesta en valor de su experiencia como bailarina y maestra a lo largo de 33 años. Sus clases abarcan los cuatro elementos simbólicos: tierra, agua, fuego y aire. Con ello, Mendiola ha sabido recorrer los caminos de la danza acompañada de recursos excitantes, pero sin recurrir al manido virtuosismo.



Esta experimentada artista tiene como elemento principal de su docencia, el aporte que le proporcionó nutrirse con el cubano Arnaldo Patterson, pieza vital para el desarrollo de la danza contemporánea en la Isla caribeña, uno de los países donde más se ha desplegado el arte del movimiento.





Conocer a Patterson, quien luego se convirtió en su compañero en la vida, le proporcionó a Ana Mendiola descubrir el mundo onírico que tenían los movimientos. Trabajando con el maestro cubano se dio cuenta que la cultura africana está conectada con la naturaleza viva, los animales, las flores y la belleza que habita en la tierra.



De esta forma surge su estilo, que es inconfundible, tomado de muchas tendencias y culturas. Esta experiencia acumulada se plasma en cada una de sus clases. Con este taller, el alumno se forma dentro de la integración cuerpo, mente y espíritu. También tomarán conciencia no solo de la técnica, sino de la relación que tiene ella con el mundo. Es una apertura hacia lo diferente, hacia la flexibilidad que genera el pensamiento, concentrado en esta propuesta que tiene como eje central, lo que Ana Mendiola atinadamente ha llamado Danzo para ti. Mercedes Borges (Cuba)



jueves, 11 de junio de 2015

 
 
DOLORES DE LA FE (in memoriam)
 
 
 
 
 
 
 
 
        Recuerdo todos los días a Lola De la Fe, pero hoy especialmente, porque se cumple el tercer aniversario de su muerte.

        Y quiero comenzar mi pequeño homenaje a esta gran escritora canaria con sus propias palabras, recogidas en el prólogo del libro que escribió para rescatar del olvido a la poetisa Ignacia de Lara, a quien tanto admiraba:
 
<<Me resulta misteriosamente curioso observar cómo una persona que en su vida y en su obra pareció siempre anticiparse (al dolor, al desencanto, incluso a su propia muerte), pudiera estar también íntimamente convencida de que la esperaba, pronto, un destino de olvido. Como si al dejar escrito su admirable Soneto póstumo, hubiera hecho desaparecer la llave de su futuro, en el conocimiento de las generaciones que seguirían sucediéndose en su mismo ambiente isleño. Tal vez lo presentía, temerosa al propio tiempo de su certidumbre, lo mismo que presintió tantas y tantas cosas... Las agudísimas antenas de su hipersensibilidad pudieron convertirla en agorera de su futuro. Esta pobre mujer desconocida es un verso suyo. Por un momento, realmente -un momento largo, si se quiere- pareció que iba a cumplirse fatalmente su premonición: “Para cuando me vaya hacia el olvido / ¡sin nombre y sin historia!” porque, tras unas apresuradas aunque sinceramente doloridas reseñas, en los días que siguieron a su muerte y funerales, cayó un injusto silencio sobre su recuerdo, al menos a los ojos, a nivel de lector.>>
 
        Con esa emoción que me aprieta el alma como nudo en la garganta, no me queda más remedio que hacer un silencio para sentir y reivindicar su presencia hoy y siempre. Porque este sentimiento de Lola hacia el olvido que sufrió Ignacia de Lara no quiero que se repita con ella. Es más, ni quiero ni puedo ni voy a permitirlo.
 
         Conocí a Lola en el transcurso de una investigación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria sobre patrimonio intangible -dirigida por la profesora Margaret Hart dentro del marco de un proyecto de la UE- y, desde mi primera cita en su casa para entrevistarla sobre sus recuerdos de la ciudad antigua, sentí por ella un profundo respeto y cariño que, con el paso de los años, fue creciendo en admiración y complicidad. Estudié todas sus obras: "Tiempo en sepia" (Premio Ángel Guerra de Novela de la Villa de Teguise), "Ignacia de Lara", "La Saga de los Miller", "Víctor Doreste" (Biografía), "Happening para Jacob", "El Mirador", "Las Palmas casi ayer"... ("Médium" fue posterior). Y lo que en un principio comenzó como un trabajo de investigación académica fue convirtiéndose en un aprecio y colaboración humana y literaria sin precedentes en mi vida. Yo había encontrado una auténtica madre canaria, de esas mujeres que te acogen en su casa con la hospitalidad de las matriarcas de las tribus del desierto, allí donde la confianza se instala en una jaima y los huéspedes pasan la tarde charlando, riendo y bebiendo té.
 
         Un año antes de su muerte, iba semanalmente a su casa, teníamos entre manos otro libro a medias, "En la ciudad sin puertas", un libro de relatos sobre la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, la ciudad de la luz donde una y otra hemos vivido desde paisajes distintos, pero comunes. Fue su última ilusión literaria, una época en la que escribió unos cuentos modernos a más no poder, con un estilo desenfadado y fluido totalmente nuevo. Sus últimas líneas -escritas a mano- se concentraron en desarrollar una breve historia que ella dudaba en titular “La azafata” o “Por enésima vez”. Yo, en mi humilde opinión, un día le contesté: “Lola, si pones la azafata, ya lo estás diciendo todo, le quitas misterio al relato... es como el chiste del acomodador que, cuando entran los novios en el cine y no le dan propina, le da tanta rabia que les dice que el asesino es el sheriff”. Así que el relato se quedó con el título más enigmático, es decir: ”Por enésima vez”.
 
         Les contaría muchas cosas que sucedieron en nuestras largas charlas con el café que ella me tenía preparado con su tacita, azúcar y cuchara... bajo la máquina maravillosa que le habían regalado, esas de pastillas que George Clooney anuncia en un spot publicitario. Y cómo no, el cenicero... le encantaba el olor de mi cigarrillo como experta fumadora que había sido durante tantísimos años. En fin, no puedo expresar mi agradecimiento a una mujer que ha sido para mí maestra, amiga y madre en todos los sentidos. Su capacidad de sobreponerse a la adversidad era inigualable, su ternura y a la vez su chispa de genialidad y risa, una ironía al más puro estilo canario, sus dichos... ese déjame entrar... en fin, no creo que haya otra persona como ella, porque su fina inteligencia con un sentido del humor sobresaliente es un ejemplo para la vida de todos los que la conocimos. Su familia sabe que es bien cierto lo que digo.
 
         Siempre me decía: “por encima de todo, nunca seas dramática”. Ella sabía que las lágrimas ahogan el avance del buen criterio, y con un zapatazo de ironía, soltaba una carcajada ante el silencio solemne de los justos, dándose la media vuelta en el giro de una pirueta. Ésa era Lola, Lola De la Fe, qué más puedo decirles que ustedes no sepan...
 
        Ahí queda "Revuelto de isleñas", una colección en torno al tema de la escritura y la cocina que publicamos juntas en 2010, editado por Mapfre Guanarteme con bellas ilustraciones de Sira Ascanio... Y muy pronto verá la luz esa ciudad sin puertas que sobrevolábamos juntas desde su ventana. Nacerá la ilusión de un nuevo libro donde caben todos los abrazos, los colores y los días de los hombres y mujeres que transitan nuestra tierra.
 
        Muchas gracias y un beso donde quiera que estés, Lola, "Por enésima vez".
 

Teresa Iturriaga Osa
 
Las Palmas de Gran Canaria, 11 de junio de 2015.

 



(Foto dedicatoria / archivo fot. T. Iturriaga)
 
 


viernes, 5 de junio de 2015

 
LA ESENCIA DEL VIAJE EN EL PERIODISMO
 
DE ANA PUÉRTOLAS
 
 


 
Por Teresa Iturriaga Osa

 
A primera vista, un reportaje de viajes de Ana Puértolas, en cualquier revista, puede parecer un texto de encargo al más puro estilo de una guía turística, pero en cuanto nos dejamos llevar por su escritura, comprobamos que su idiolecto se escapa de los cánones publicitarios. Pionera del periodismo de viajes en España, Puértolas siempre ha buscado la profundidad del alma de las gentes y de los lugares para plasmarla en una escritura de tipo introspectivo, alejada de la retórica. Así lo ha manifestado en innumerables ocasiones al referirse al turismo masivo y superficial que puebla los destinos más ofertados:

 
No es cierto que todas las ruinas, restos y poblaciones estén en el lugar esperado, ni mucho menos que se rindan a la mirada del viajero. Tengo yo un amigo, gran amante de los viajes, que tiene la extraña obsesión, por otro lado bastante común según he podido observar, de querer comprobar con sus propios ojos no ya las visiones soñadas, sino justo la imagen que proporcionan fotos de guías y postales locales. Nada más llegar a una nueva población del recorrido, se abalanza como un poseso a los expositores de cualquier kiosko a la busca de las postales más sugerentes. Una vez están en su poder, intenta localizar su situación en mapas, planos y guías. La última fase es la comprobación y comparación entre la realidad y la reproducción fotográfica. Frustración sobre frustración.

 
Este deseo de autenticidad ha movido a la escritora en todas sus aventuras periodísticas, procurándole un estilo espontáneo y desenfadado, pero, a la vez, documentado, siempre fiel a una vocación pedagógica que persigue la formación crítica del aprendiz de viajero. El lector va de su mano hacia un resurgir del pensamiento reflexivo, removiendo los cimientos de su tranquilo acontecer diario, probablemente encerrado en sus fronteras físicas y psíquicas. Asimismo, Puértolas fue una de las primeras mujeres españolas que defendió el derecho de la mujer a viajar sola por el mundo. Este especial interés por el papel de la mujer se aprecia en sus primeros consejos periodísticos para viajar por otros países, cuando literalmente empujaba a las mujeres españolas a traspasar las fronteras, sin olvidar que “la viajera que entra en este contexto, debe ser consciente en todo momento de que protagoniza un hecho inususal, en colisión con la moral y los usos tradicionales de sus anfitriones”. Su propia experiencia de la vida le ha ido enseñando el valor de la prudencia, porque los cambios se producen paulatinamente, pero a diferente ritmo, según lo establezcan las culturas. Por ello, en sus viajes por el mundo, ha adoptado un talante conciliador y sereno, como se refleja en su artículo “Viajar solas por tierras de hombres”, donde nos confirma su pasión por el viaje, pero con una nueva sabiduría de “la transparencia” que explica de la forma siguiente:

 
Conseguir la invisibilidad: éste es el gran objetivo de toda mujer viajera solitaria. Y que no piense nadie que ésta es una conclusión tomada a la ligera ni fruto de una experiencia aislada. Por el contrario, se trata de una deducción hecha de razones, impuesta por la tozudez de unos hechos insistentes y repetidos que no he tenido más remedio que tragarme y aceptar. Y una realidad que marca con crueldad la diferencia de sexos.

 
En todo momento, con sus sueños de igualdad, y con su sencillez extrema, Puértolas incita a la reflexión, aunque su nombre no aparezca en los acontecimientos culturales más relevantes de los círculos políticos y literarios. Sutil en sus textos, su voz es un desafío a los convencionalismos imperantes y nos lleva siempre de la mano hacia un análisis social que investiga la esencia, el origen, el desarrollo y las consecuencias de los hechos que se exponen. Porque esta mujer luchadora, defensora de la libertad, se adentra en los circuitos olvidados del silencio, allí donde se aventuran los viajeros, más que los turistas apresurados. Esa rebeldía por escaparse hacia los espacios desconocidos y abandonar los caminos trillados del sistema occidental le ha acompañado siempre en su escritura.

 
Puértolas no concibe el viaje como una colección de itinerarios e imágenes fotográficas al más tradicional gusto turístico. En la línea del periodismo de viajes, este rasgo didáctico-apelativo característico del género, nos confirma una vez más el interés antropológico que la mueve en su descripción de la realidad. En efecto, sus reportajes de viajes no invitan tanto a emprender un viaje por escenarios de batallas y leyendas épicas, sino más bien a fijarse en los pequeños detalles del camino, a veces salpicado de ermitas y de motivos iconográficos que escapan a la mirada del viajero disperso. De ahí que, a modo de eslabones de una cadena, Puértolas se detenga en los referentes más olvidados del paisaje y, de manera minuciosa, sensibilice a sus lectores ante la realidad del silencio, como parte fundamental del diálogo humano.

 
La ermita abandonada, el silencio del paraje apartado del mundanal ruido, nos hace preguntarnos si no son ésas las señas de identidad de un peregrino que se busca a sí mismo por los caminos. Fuera del dictado de los iconos culturales que marcan las directrices del pensamiento colectivo de una época, Puértolas indica al viajero un camino de reencuentro consigo mismo. En definitiva, la búsqueda del silencio no es más que una alegoría de la libertad individual, es un canto al ser humano libre de las cadenas exteriores, como un retorno a su esencia más íntima y, a la vez, es una denuncia contra el consumo voraz de monumentos y grandezas que hoy se ofrece al turismo actual.


 
(Foto de Ana Puértolas extraída del blog "La línea del horizonte")